miércoles, 3 de octubre de 2007

La Desviación en el Supermercado

Hoja de Sala de la Exposición INVENTARIO
Benjamín Torres
En Ex Teresa Arte Actual

Resulta paradójico llegar a un ex convento, lugar histórico que encierra un pasado religioso Ex Teresa - Arte Actual, para convertirse en muestrario de lo que circula en el arte contemporáneo. Esta contradicción se remata abruptamente por la muestra titulada INVENTARIO. Empezando por la religiosidad con la que Benjamín Torres ha tomado a la escultura tradicional, trasformándola y dejándose transformar por ella. Hasta llegar al punto más radical de su carrera en donde todo lo que hacía deja de ser en forma, más no en esencia.
El proceso constructivo de su obra mantiene las técnicas básicas de la escultura como cortar, rasgar, tallar, pegar, montar, intervenir pero la materia prima con la que lleva a cabo su producción se altera significativamente. ¿A qué me refiero con esto? Transportémonos al supermercado e imaginemos que los productos que están ahí dejan de cumplir únicamente las necesidades básicas para las cuales fueron elaborados. Iniciando así lo que Benjamín Torres nombra de manera muy particular cada una de las tres etapas que conforman el proceso de producción de su obra. La primera etapa consiste en: la selección de los productos a partir de los significantes publicitarios que funcionan como generadores de ideas. Ya no importa el producto en términos de consumible sino que el empaque, junto con la publicidad y el contenido se vuelven una especie de oferta creativa. Un ejemplo que ilustra esta transformación está en la película Punch-drunk love, cuando Barry Egan se encuentra en el supermercado descubriendo la promoción que hay en los productos “Healthy Choice “millas gratis de viajero frecuente” -compre 10 productos y reciba 500 millas de viajero frecuente-, decide así comprar millones de paquetes de budín de chocolate, por la oferta que trae el producto. Benjamín Torres hace sus compras no para llenar su despensa, sino al igual que Barry Egan su propósito es aprovechar la publicidad para transformar la mercancía en una nueva mercancía.
Observa las etiquetas, los empaques, deambula por los pasillos, selecciona y entonces sí, juega con los productos hasta satisfacer el inventario de sus ideas. El proceso lúdico al que entra Benjamín no se queda en el goce estético, sino que entre la selección y el proceso transitan sus propios gustos, prejuicios, seducciones y fastidios. Dando paso a la segunda etapa: el procesamiento mediante un método personal, basado en la instauración de reglas propias que le ayudan a desarrollar mecanismos de construcción para sus nuevos productos, los cuales están por de más llenos de sentidos irónicos, sexuados, grotescos y chistosos.
Cuando llega del supermercado a su taller arranca un análisis concienzudo y minucioso de cada uno de los productos que echó al carrito. Experimenta con las posibilidades de resignificación que existen en la libre ociosidad que desempeña con gusto, a través de técnicas que por de más primitivas, le sirven. Interviene los productos con cortes, pegotes, rasgaduras, huecos, construyendo y multiplicando los sentidos que descubre desde su naturaleza como escultor. Se confunde entre el espacio atiborrado de publicidad y la concepción espacial de los objetos que elabora. El supermercado se desvanece poco a poco para convertirse en taller en el cual exprime cada una de las imágenes publicitarias que logró acumular.
Selecciona los productos, procesa la publicidad y llega a la etapa final: la redistribución de las piezas en una nueva red en la que su finalidad es el consumo. Disecciona el producto para re-habilitarlo como mercancía, pero lo trasciende de estatus al dejar de ser el consumible práctico, para convertirlo en un nuevo producto, en una obra de arte contemporáneo. Con un valor simbólico muy por encima del valor de uso en que lo adquirió. Además de todas las connotaciones generadas por el ejercicio de observar más allá de lo evidente, Benjamín remarca el carácter de fetiche que cualquier producto lleva consigo y altera el modelo de producción, distribución y consumo por el que pasa la mercancía. Partiendo del último eslabón de la cadena se ubica en su condición de consumidor para entrar al procesamiento analítico del objeto que se transforma en obra. Deja de ser un producto en serie y se convierte en múltiple, deja de ser materia prima procesada por las fabricas, para ser procesada por su mente, intuición y manos. Quien descompone y agrega nuevos factores simbólicos que liberan al producto de la industrialización, pero lo mantiene como mercancía.
¿A qué se deben estos giros significativos en sus intervenciones? La carga irónica revela lo que la convención da por entendido. Benjamín Torres no inventa discursos, sino que enfatiza los mensajes velados que la publicidad traen consigo. Es decir, ¿rompe con las fantasías de la imaginación, trasforma los mensajes pero sin salirse del sistema propuesto por el consumo? Juegan en exceso sus sentidos. Compra todo tipo de bebidas, cereales, golosinas que deleitan su paladar visual. Se mofa al tiempo de encantarse. En pocas palabras, como escultor inventa una fábrica de disparates y contradicciones formales. Como estratega, hace de la publicidad su INVENTARIO, masticando la carga semántica que finalmente le agrega a cada objeto.
Así podemos decir que Benjamín trasforma el acto cotidiano del consumir en una aventura que despunta en los largos pasillos del supermercado expandiéndose a cualquier lugar.

diana maría
agosto del 2007

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